Page 63 - Manuale di preghiere quotidiane e per ogni occasione (2014)
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nos, porque somos hijos ingratos y no merecemos tu am-
            paro,  no  sabríamos a  quién dirigirnos.  Tu corazón  de
            Madre no permitirá ver perdidos a nosotros, a tus hijos.
            El Niño que vemos en tu regazo y el místico Rosario - la
            mística Corona - que admiramos en tu mano, nos inspiran
            confianza en que seremos exaudidos. Y nosotros confia-
            mos plenamente en ti, nos abandonamos como débiles
            hijos entre los brazos de la más tierna de las madres, y hoy
            mismo, esperamos de ti las anheladas gracias.
            Ave María.
            U na última gracia te pedimos ahora, oh Reina, que no nos
            puedes negar. Concédenos a todos tu amor constante y,
            en especial tu maternal bendición. No nos separaremos de
            ti hasta que no nos hayas bendecido. Bendice, oh María,
            en este momento al Sumo Pontífice. A los antiguos esplen-
            dores de tu corona, a los triunfos de tu Rosario, por los
            cuales se te denomina como Reina de las Victorias, añade
            también éste, oh Madre: concede el triunfo de la Religión
            y la paz a la sociedad humana.
            Bendice a nuestros Obispos, Sacerdotes y, en particular, a
            todos aquellos que celan el honor de tu Santuario. Bendice
            en fin a todos los asociados a tu Templo de Pompeya y a
            cuantos cultivan y promueven la devoción al Santo Rosa-
            rio. Oh Rosario bendito de María, dulce Cadena gue nos
            une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles,
            torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto
            seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.
            Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el
            último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de
            nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario
            de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los
            pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas
            bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo.
            Amén
            Salve.

            MANUAL DE ORACIONES DIARIAS Y PARA TODA OCASIÓN
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